Las cinco diferencias entre un propósito y un objetivo de vida
El propósito de vida es un llamado que palpita en lo profundo de nuestro ser, que cuando lo encontramos da sentido y dirección a nuestra vida, haciéndonos sentir animados y motivados. Identificarlo es el primer reto por superar antes de cumplir con la misión espiritual que elegimos antes de llegar a la Tierra y, aunque tenemos la información que necesitamos para conocerlo, hay muchas razones que dificultan esta tarea.
Preparando materiales de trabajo me encontré con una situación que me llamó mucho la atención, y que es el uso indistinto de palabras como “objetivo”, “meta”, “misión”, y desde luego “propósito” para referirse a una misma cosa.
Para quien tiene grandes aspiraciones en la vida fijar objetivos es algo importantísimo, ya que realizar la tarea más modesta sin establecer primero qué esperamos obtener de ella se vuelve más un asunto de la casualidad que un resultado de nuestro esfuerzo. Por esta razón, las palabras que he mencionado casi siempre se utilizan como sinónimo de objetivo, aunque se parecen entre sí como se parecen un gato y un tigre. O sea que no se parecen tanto.
Fijar objetivos es una actividad ligada a la administración empresarial, y si bien en mi trabajo he aprendido a fijarlos, de ninguna manera soy una experta. Lo que sí puedo es afirmar que, desde el campo de la psicoespiritualidad esta sustitución de conceptos puede nublarnos la vista para encontrar el verdadero propósito de nuestra vida.
Como ya lo mencioné, nuestro propósito o propósitos de vida (puede ser más de uno) se deciden en el mundo espiritual antes de que nazcamos. En cambio, los objetivos los vamos determinando durante nuestras vidas, y su característica principal es que están asociados con lo que entendemos como éxito. Esto no necesariamente quiere decir riqueza económica; muchas personas prefieren seguir carreras que más que dinero les dejan reconocimiento, sabiduría, o relaciones de amistad, cosa que está muy bien.
La forma en la que llegamos a ellos es muy distinta. El propósito lo buscamos con el corazón, nos guían las sensaciones intuitivas que dicen “por aquí sí”, así como el gozo que nos producen. Por su parte los objetivos, como los elegimos conscientemente, son producto de nuestra inteligencia racional y los alcanzamos estratégicamente o, en otras palabras, con respecto a sus fines.
De aquí se desprende la tercera diferencia, quizá la más importante. Mientras el objetivo se proyecta del presente hacia el futuro, el propósito está en tu origen, es como tu DNA o tu “Big Bang”. Esto quiere decir que mientras el objetivo va hacia el final, el propósito viene del inicio, y que mientras el propósito “se cumple” el objetivo “se alcanza”.
Esto es muy importante porque en cierta medida tod@s nacemos para servir ya sea haciendo el bien, o como parte de las pruebas de los demás. No cumplir con nuestra misión tiene consecuencias para otros y también para nosotros pues, si decidimos no hacer nada al respecto se vale… siempre que estemos dispuestos a regresar a la Tierra las veces que se necesite: el propósito de vida es nuestro pase de entrada a planos espirituales más elevados.
En este sentido, como los objetivos básicamente sirven a nuestras aspiraciones, si no los cumplimos realmente no pasa nada. Lo único es que tampoco podemos estar sin objetivos, porque eso significa vivir por vivir, sin ninguna motivación, cosa que es un desperdicio y contrario a las leyes espirituales.
Quienes hayan cursado clases de administración saben que un objetivo es medible, alcanzable, detallado y temporal; se puede planificar. El propósito no se planifica, él ya es; lo cumpliremos cada día de nuestras vidas con cada acción que realicemos, y como estas acciones representan al mundo espiritual, son de un valor incalculable- ni se miden, ni se detallan, ni se realizan en un tiempo determinado. Simplemente son.
Para que no olviden estas diferencias, preparé una infografía que con cariño compartí en redes sociales, y que también se las dejo aquí por si las quieren descargar. Creo que es una herramienta de utilidad.
Cuando vives una vida plena, tus objetivos sirven a tu propósito de vida. Alguien que no sabe cuál es su propósito o que lo perdió de vista se siente vacío. En cambio, quien lo tiene claro pone todas sus capacidades al servicio de esta causa, en una labor que lo acompaña toda la vida, dándole motivación, satisfacción, y un enorme sentido de identidad y pertenencia.
Sigue a tu corazón y cumple tu propósito. Cumple tu propósito para estar en paz y vivir feliz
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